Real Basílica de Nuestra Señora de los Desamparados.




El mármol de Vilamarxant: piedra con historia en el corazón de Valencia. 

Cuando uno pasea por la Plaza de la Virgen, en pleno corazón de Valencia, es fácil dejarse hipnotizar por la majestuosidad de la Real Basílica de Nuestra Señora de los Desamparados. Su cúpula azul, su fachada barroca y la fuente de la Mare de Déu parecen obra de un decorador celestial. Pero detrás de tanta belleza hay también un pedazo muy terrenal: el mármol y la piedra que la conforman, y entre ellos, un invitado especial venido de Vilamarxant.

De Vilamarxant a la Basílica: un viaje de siglos.

La historia del mármol de Vilamarxant en la Basílica se remonta a las grandes reformas de 1758 y, más notablemente, a las de 1819. En estas intervenciones, los canteros y arquitectos buscaron lo mejor de lo mejor entre los “mármoles de la tierra”: Aspe, Náquera, Andilla, Alcublas… y Vilamarxant. Su piedra, apreciada por su resistencia y belleza, encajaba a la perfección en un templo pensado para durar siglos.

Uno de los espacios más emblemáticos de la Basílica, el camarín de la Virgen, proyectado por Vicente Gascó y construido por Vicente Marzo entre 1685 y 1694, también recibió el toque de Vilamarxant. Aunque ya figuraba en los planos de 1653, fue en 1819 cuando se llevó a cabo una renovación decisiva, dirigida por el arquitecto Juan Marzo, con el maestro cantero Andrés Soler encargado de la obra de piedra.

Trazas documentales: el mármol que dejó huella.

Los archivos de la Real Archicofradía de Nuestra Señora de los Inocentes Mártires y Desamparados, conservados en la Biblioteca Valenciana Nicolau Primitiu, nos revelan detalles fascinantes:

- Abril de 1819: 104 libras pagadas por zócalos del pueblo de Vilamarxant, según contrato con Miguel Cervera y firmado por Juan Marzo. 

- Agosto de 1888: jornales de cantería que vuelven a mencionar el nombre del pueblo. 

- Enero de 1913: el marmolista Facundo Bonacasa factura 21 metros de zócalo de piedra de Vilamarxant por 160 pesetas.

Mucho más que un material de construcción.

Este mármol no solo soporta el peso de la historia, sino que también aporta carácter y calidez al templo. En un lugar donde conviven estilos gótico, barroco y neoclásico, el mármol de Vilamarxant se integra como un hilo invisible que une siglos de arte y devoción.

Una invitación a mirar de cerca.

La próxima vez que visites la Basílica, no olvides mirar con atención sus zócalos y detalles pétreos. Quizá estés viendo la misma piedra que un día fue extraída en Vilamarxant, trabajada con paciencia por manos expertas y colocada con el orgullo de quien sabe que su obra permanecerá.

Y si la curiosidad te lleva más allá, un viaje a Vilamarxant te permitirá conocer el origen de este material, en un entorno natural de huerta, monte y tradición que sigue siendo, al igual que su piedra, auténtico y perdurable.

 

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-          Zócalo del camarín de la Virgen.

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-          Capilla de la comunión.

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-          Sacristía. 



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